SIETE MESES PARA EL FIN DEL MUNDO

Lo sé, he tenido mucho tiempo para pensar en esto. Pero no creo en el fin del mundo, creo en Dios, a mi manera... Ese no se suponía que fuera el punto, asumí que todos estaban divagando en sus pensamientos como yo...

Le pregunté al hombre si creía en Dios, y dijo que no. Naturalmente, luego le pregunté qué explicación daba para su existencia, naturaleza y sentimientos. A lo que respondió: ¿Y quién piensa en eso?

Quien quiera, bueno, los pensamientos están para ser pensados... Respondí, levantando la vista.

En mi imaginación, veo pensamientos como burbujas flotando sobre las cabezas. No son parte del cuerpo, pero se procesan allí. Los pensamientos son independientes; pueden ir y venir de la cabeza, o permanecer en ella durante mucho tiempo. Pueden ocultarse en el fondo de una mente o flotar por el aire, viajando. Se multiplican, se dividen, se fusionan y se separan, tanto en el aire como al ser procesados ​​por seres pensantes.

Todos los seres estamos conectados de alguna manera en una compleja red de energías por la que los pensamientos fluyen libremente. No necesitan cambiar de forma y están en todas las dimensiones a la vez. Ah, y los pensamientos tienen colores, por eso algunas personas los ven cuando escuchan o piensan con palabras.

En los humanos, puede haber una infinidad de pensamientos, hasta el punto de que todas las burbujas se acumulan en el aire, procesándose simultáneamente, formando una espuma densa que hace que la persona se sienta asfixiada. También existe la ausencia de burbujas, que es cuando los pensamientos que flotaban en tu cabeza se esconden en lo profundo o desaparecen, dejando un vacío frío e inexpresivo que te hace sentir el peso de una mente muerta dentro de un cuerpo vivo.

Por eso me fascina la idea de la meditación. Imagina poder elegir todo lo que piensas. Cazar pensamientos, como Bob Esponja caza medusas. Aclarar tu mente y sentirte más ligero. Me parece fantástico. Imagino a la gente caminando por la calle con la apariencia de átomos, sus cabezas como núcleos y los pensamientos rondándola como electrones. Estos electrones entran y salen del núcleo, a veces idénticos, a veces mezclados y de diferente apariencia, a veces desapareciendo en el fondo de la mente, a veces volando a otro lugar. Es posible llegar a un lugar y tener un pensamiento que nunca se te ocurriría en otro, porque ese pensamiento vive allí o ha viajado allí, pero no todas las mentes tienen acceso a todos los pensamientos.

Este fue mi último descubrimiento sobre el tema. Hay algo que impide que ciertos pensamientos se acerquen a ciertas mentes. Y así fue como me encontré sin respuestas a mis preguntas iniciales.

La trama de la serie trata sobre el fin del mundo que se acerca, pero aún faltan siete meses. Un planeta está colisionando con la Tierra, y se puede ver venir el planeta; no hay vuelta atrás. Las guerras terminan, el dinero pierde su valor, las fronteras no existen y las leyes son escasas. Básicamente, cada uno puede hacer lo que quiera. Les pregunté a mis amigos qué les gustaría hacer. Siete meses es mucho tiempo, esa es la pregunta. No es como preguntar qué harías con 24 horas de vida. Son siete meses, yo explotaría.

Literalmente.

Entiendo que, con los pequeños problemas, basta con enfadarse, llorar puede ayudar, unos cuantos gritos en una almohada o bajo el agua siempre son una opción, al igual que golpear un saco de boxeo hasta que se te entumezcan los brazos... pero ningún problema se compara con siete meses de angustia esperando a que mi planeta se extinga. No habría llanto, ni puñetazos, ni garganta que pudiera contener mi lamento... En un mundo sin ley, si sobreviviera a la partida de casa, buscaría un montón de dinamita y C4 para hacer estallar algo. Pero tal vez me contentaría con encontrarme con un montón de fuegos artificiales por el camino. Después del espectáculo, intentaría visitar algunos lugares, hacerme algunos tatuajes y escribir mi último libro...

Pero no creo en el fin del mundo, creo en Dios, a mi manera...