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DEBÍ CONTAR MÁS HISTORIAS

Atualizado: 6 de jul.


La pregunta era: ¿qué recuerdo guardas con más cariño?

En ese momento, solo podía pensar en la Nochevieja pasada: la pasé en un barco, en medio del mar, sumergida en los fuegos artificiales y besada por un chileno encantador.

La verdad es que mi corazón todavía se acelera cada vez que lo recuerdo. Tomé un monton de fotos y videos de ese momento; no quiero olvidarlo nunca. Dos horas después, me robaron el celular. Hoy, tengo videos y fotos de otras personas en las que aparezco.

 

Me sentí muy triste al regresar de mi gran aventura y tener menos fotos para ilustrar mis historias. Pensé que al regresar de mi viaje de 32 días a Chile, toda la gente que conozco me haría muchas preguntas, como niños que piden historias y se acuestan a escuchar atentamente con sus manitas agarrándose la cara, a la gran exploradora que fue a tierras desconocidas! Soy yo. Y como buen aventurera y cuentista, haría trucos y tropiezos contando todas las emociones, contratiempos y pasiones que viví en el país extranjero.

Era mi sueño.

 

La realidad es muy distinta. Una imagen vale más que mil palabras, y ahí se fue mi profesión de narradora, a la basura. De hecho, debe ser por eso que las Historias de Instagram se llaman Stories, ¿verdad? Hoy en día, es caro vernos, todo es remoto, y lo que hacemos es publicar un carrusel de fotos con cualquier frase y esperar un montón de "likes".


Aunque recuerdo vívidamente ver a mis familiares sentados con amigos en sofás, con montones de papeles en la mano, revisando foto tras foto, contando detalles:

- Aquí almorzamos (muestra la foto del restaurante).

- Más tarde, fue cuando se me cayó el helado al suelo (muestra la foto del helado).

- Ya les conté esa parte, pero lo que verás en la siguiente foto es que mi helado le cayó justo en el pie a este tipo (muestra la foto del tipo) y terminamos en una discoteca (muestra la foto de lo que podría haber sido una raya de coca o una luz de la discoteca; nadie preguntó).

- Nos quedamos allí hasta el amanecer y aquí está la foto del amanecer...

 

Esa costumbre ya no existe. Nadie lo cuenta, solo lo publican. Y yo no quiero publicar, quiero contarlo.

 

He visto esa risita de frustración contenida más de una vez cuando saco mi precioso iPhone para tomar una foto. Una amiga me dice: "¡Mándamelo luego, vale!". Sonrío y asiento, diciendo que sí, pero casi siempre lo olvido.

Mari es más dulce y dice algo como: "Mándalo, amiga, sé que tardas en publicar". Ya Pam es más directa y dice: "¡No sé para qué haces fotos si no publicas nada!".

Bueno, pero ¿qué sentido tiene publicar? ¿Alguien me lo puede explicar? ¿Qué sentido tienen esas fotos sin contexto, sin palabras, sin vida, con una pose prefabricada y con ese nivel de cuidado?

 

No hago fotos para publicar, hago fotos para registrar las cosas que experimento, las cosas que veo, las cosas que siento, el caos urbano... Publicar es solo una consecuencia. En mi foto favorita de este último carnaval, ¡ni siquiera aparezco! Hago fotos porque algún día podría olvidarlo todo. Hago fotos porque antes de que yo pudiera hacer fotos, la gente solo contaba historias sobre los detalles que recordabam, sus notas y algunos dibujos. Sé que nos graban y vigilan constantemente en la gran ciudad, y que aunque no quisiera, mi vida está siendo grabada constantemente. Lo bueno es que tengo fotos y videos de Nochevieja, aunque no los tomé yo. Lo malo es que a veces perdemos un poco la magia de tener tantos registros.


Los Stories no son historias, así que ¿a quién le contamos las nuestras?

 




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